 |
31-5-06
Francisco, no Paco, Francisco
Traspasé
la puerta del tanatorio y allí estaba lo que me temía, uno al lado del
otro, hasta diez familiares del finado esperaban, endomingados y con
cara de circunstancias, recibir el pésame de amigos y conocidos de
Francisco “No Paco”. ¡Puñetera costumbre!. Soy incapaz de decir “lo
siento”, siempre me recuerda el chiste y, conociéndome, es muy probable
que sonriera en el momento de estrechar la mano; así mismo, , soy
incapaz de decir una frase hecha como “le acompaño en el sentimiento”,
me resulta completamente falsa. Me armo de valor y sin decir palabra
voy estrechando manos con cara de apenado y, con cada mano que estrecho
más cara de apenado tengo, hasta tal punto que cuando sólo me resta un
apretón, tengo tal “apenamiento” que las lágrimas asoman a mis ojos; el
pobre hombre coge mi mano con fuerza entre las dos suyas y me dice:”no
somos nadie”. El consolador consolado; no sé cómo me las arreglo pero
siempre acabo haciendo el paripé. Francisco murió... de lo que
mueren los mineros viejos, ayudado, tal vez, por las ingentes
cantidades de vino que trasegaba a lo largo de los días; yo soy de café
diario y diario ( se dice que la mitad de lo que dice el periódico es
mentira y la otra mitad no vale la pena leerla, por eso me gusta, por
lo que tenemos en común); de tarde en tarde mi café coincidía con
alguna estación de su vía crucis particular y hablábamos, o mejor
dicho, hablaba él; me contaba historias de la mina que había escuchado,
visto o protagonizado; según su estado etílico se las creía, se las
creía a medias o dormitaba sobre mi hombro. Francisco “No Paco” está
rodeado de mujeres enlutadas y llorosas y concluyo que soy incapaz de
entrar en esa sala para despedirme; espero que no tome en cuenta mi
cobardía, los años me han vuelto timorato y si algo me cuesta trabajo
siempre invento excusas que me convenzan para no hacerlo. Alguna vez
habíamos hablado de la muerte, “si no tienes miedo a la muerte es que
no le has visto la cara”; desde entonces he pensado demasiado en ella y
ahora le tengo pánico. Nos considerábamos agnósticos; yo le definía el
agnosticismo con palabras de los libros y él lo traducía a su manera:
“El agnóstico busca conocer la verdad de las cosas y está en contra de
las religiones porque imponen credos no demostrables basados en una fe
y se abstiene de emitir un juicio sobre la existencia de dios ya que no
se puede demostrar racionalmente que existe, pero tampoco que no
existe, pero en todo caso, no influye en el desenvolvimiento de la
sociedad”. “Ahí has hablado, chaval, las religiones son el opio del
pueblo y que dios exista o no, importa un pito”. Pues no tanto,
Francisco “No Paco”, me gustaría que Dios existiera (qué tristeza el
partir y el olvido) y desde algún lugar, no-lugar, o lo que sea, me
leyeras el pensamiento y sonrieras.
|
Publicado por Javincho el 2 de Noviembre, 2006, 19:32
| Comentar
| Referencias (0)
|
|
 |
|