Hola a todos. Pues nada, aprovechando un respiro que me estoy tomando junto con un té, os presento a Harry, mi guardaespaldas. Le llamo así porque lo tengo a mis espaldas, no por otra cosa. Guardar, guarda poco, pero hace mogollón de compañía, además de ser muy discreto y silencioso -el pobriño- y fiel, que no se me mueve de ahí.
Al principio, cuando se instaló en mi estudio, me daba unos sustos de muerte, porque siempre me olvidaba de que estaba ahí, grandote y con cara de mala leche, pero después me fui acostumbrando a su presencia y ahora estamos a partir un piñón.
Yo le tengo mucho aprecio, sobre todo por su historia. Harry era de mi buena amiga, Julia, que se lo regaló a mi buena amiga, Teresa, que a su vez me lo dejó a mí en depósito hasta que no tuviese una vivienda lo suficentemente suficiente para que pudiesen cohabitar los dos bajo el mismo techo. Por cierto, que ahora Teresa vive allende el Telón del Grelo, lo cual hace más difícil el reencuentro con su Harry. Pero que no se preocupe que yo se lo tengo hecho un pincel. Pues eso, que cómo no voy a querer a Harry, si viéndolo me acuerdo de Julia y Teresa, cosa que me complace sobremanera, porque las quiero mucho a las dos. Bueno, a la una más que a la otra, porque la una, a veces, me riñe (¿a que sí, Marijuli?). ¡Que no, que es broma!
Harry vive, como ya habréis deducido, en mi estudio de trabajo, que también es "mi rincón" como diría Javincho. La parte opuesta a la que se ve en la foto, la de la mesa, no os la puedo enseñar, que me da vergüenza -¡no cabe un alfiler!-, pero entre la una y la otra se desarolla gran parte de mi vida. Qué pena, ¿verdad?
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