Bueno, esta mañana ha tocado dentista otra vez. Ya sabéis que para mí -que debo de ser bastante rara- lo de ir al dentista hasta me resulta agradable por muy diversas razones, alguna de las cuales ya expliqué aquí. Hoy también he aprovechado el viaje para ir hasta otro paraíso cercano y hacer unas fotos.
Hace unos días os hablaba de un paraíso medio salvaje: la playa de Espiñeirido. Ahora os traigo otro paraíso, pero este es semi urbano, con todas las ventajas e inconvenientes que esto conlleva: la playa del Castro.
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La playa del Castro está situada entre Castiñeiras y Aguiño. Es de arena blanquísima y fina y agua absolutamente gélida. Es curioso, pero el agua de la playa anterior, la de Castiñeiras, que debe de estar a doscientos metros, no es ni la mitad de fría que ésta. Debe de ser alguna corriente. Al estar en la Ría, no hay ni una sola ola; sólo las que hacen los barcos al pasar. Tiene una cosa estupenda, que es muy larga, llana y de arena dura en la orilla, con lo que se pueden dar unos paseos estupendos.
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A la izquierda de la playa está el edificio semi derruido de una antigua fábrica de conservas. Éste que veis aquí era el muelle al que llegaban los barcos que la abastecían, imagino. Fijaos en el agua, dan ganas de bebérsela. La vista desde aquí es espectacular. Lo que se ve al fondo es la Isla de Sálvora. En la foto no se aprecia, pero está cerquísima. Si este edificio fuese mío, ya hubiese montado un restaurante o algo por el estilo, porque el lugar es privilegiado.
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A la derecha de la playa está el Carreiro de Aguiño, que es una especie de barrera que protege el puerto del mar en invierno, porque entra con una fuerza considerable. Llegar hasta la punta también resulta un paseo muy agradable, y cuando está la marea baja, se puede pasar a unos islotes de piedras preciosos. Esta foto está tomada desde Aguiño, no desde la playa. Lo que se ve al fondo ya es la provincia de Pontevedra: San Vicente, O Grove, A Toxa e todo iso.
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Éste es el otro Carreiro de Aguiño y también merece la pena visitarlo. Es de los restaurantes mejor montados y mejor atendidos de la zona, aunque ahora ya va habiendo unos cuantos. Los pescados, lo mejor: fresquísimos y exquisitos.
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Y por fin mi "monográfico" de la Playa del Castro. Tengo otro, de caracolitas, pero estas conchas son todas increíbles de bonitas. Hay que apreciarlas, como todos los tesoros, detenidamente y una por una.
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