Paciente.-
...y tengo un dolor en los pies, que es muy agudo por las mañanas al levantarme
y cuando llevo mucho tiempo sentada. Va cediendo al andar.
Médica.-
(sin mirar al paciente. Por supuesto sin mirarle
ni explorarle los pies. Escribiendo). Se va a hacer unas radiografías...
Paciente.-
¿Radiografías? ¿Por qué?
Médica.-
Para ver si son espolones.
Paciente.-
¿Espolones? No, el dolor no se corresponde con el sitio donde aparecen los
espolones, le digo que es... (señala el
lugar del dolor, pero desiste al ver que la médico insiste en no mirar)... de
todas formas, ¿no cree usted que ya me van a radiar demasiado? Es que me acaba
de “recetar” varias radiografías más para cosas que en realidad...
Médica.-
Sí, es cierto, ya la van a radiar mucho.
Paciente.-
De acuerdo. Además, dígame una cosa: los espolones ¿no duelen más cuánto más se
anda?
Médica.-
Sí.
Paciente.-
Muy bien. Yo le digo que mi dolor cede al andar. Sólo es muy alto tras cierto
tiempo sin moverme. ¿No cree usted que tal vez tenga otro origen?
Médica.-
Sí. Los espolones duelen más cuanto más se anda, sí.
Paciente.-
¿Cuál cree que puede ser el origen, pues?
Médica.-
Parece más vascular... o así.
Paciente.-
¿Entonces?
Médica.-
Se va a poner unas taloneras de descarga.
Paciente.-
Ah. ¿Para qué?
Médica.-
Para los espolones.
Silencio
largo. Muy largo. La paciente busca palabras pero no las encuentra. La médico
busca algo sobre la desordenada mesa un buen rato. Finalmente desentierra un
bolígrafo y arranca un trozo de papel de un cuaderno. Y escribe: “Taloneras de
descarga”. Le da el trozo de papel a la paciente.
Paciente.-
(por dar conversación, mayormente; por
romper el hielo, a falta de poder romper otra cosa) ... Y esto... ¿dónde se
compra?
Nuevamente silencio. La médico mira al infinito
dejando caer la mandíbula en gesto de terapéutico relax.
Paciente.-
(incapaz de dejar un final abierto, como
si fuera una dramaturga de otra época) ... ¿En las farmacias, tal vez?
Médica.-
(volviendo súbitamente a la realidad)
Sí, en las farmacias y... me han dicho, (extiende
ambos brazos y los agita en el aire) me han dicho... ¡pero yo no se lo
puedo asegurar! que también las venden en los chinos.
Nota de la autora.- Cualquier
parecido con la realidad es estrictamente cierto. Madrid, abril 2007.
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