Introducción y Dramatis personae. (Muy dramatis, los personae)
La cosa empieza rara, con una paradoja. Porque acabo de poner como título de este artículo "La foto", y resulta que es tal vez el único que no va ilustrado con foto. Bueno, también esta paradoja forma parte de la historia prometida hace unos días en la que tenemos que ver Camarlengo y yo.
Érase una vez la abajo firmante responsable de la publicidad de un teatro. Y tuvo una ocurrencia: decorar el vestíbulo del mismo con una foto de cada uno de los espectáculos que habían pasado por allí desde la reapertura del mismo hasta el final de ese año. 7 meses y medio de espectáculos. Unos 30 espectáculos. Era una ocurrencia en toda regla, porque la ocurrente no tenía equipo para ver ninguna de las 3.000 fotos, ya recopiladas con cierta dificultad, dicho sea de paso.
(gran elipsis aconsejada por la "alarma del aburrimiento" que la firmante lleva incrustada en el cerebelo)
Acto I
Monísimo quedó el vestíbulo. El gentío que en aquella época (oh tempora, oh mores) abarrotaba la sala, contemplaba complacida las magníficas fotos, todas con el título del espectáculo, la fecha de representación, el nombre del fotógrafo (cuando se trabaja para otros diferentes al boss de tonicapertutti el respeto de la firmante por la autoría es extremo), etc.
Una de las fotos era del espectáculo montado para la presentación del disco "Acoplados", de Martirio y Chano Domínguez. Ella en primer plano, cantando, guapísima, de pie, ligeramente inclinado su cuerpo hacia atrás. Él al fondo, desenfocado pero enérgico, tocando el piano, con la espalda ligeramente inclinada hacia delante. Las espaldas de ambos parecían apoyadas la una en la otra, realmente "acoplados" . Un acierto de foto. Un acierto de selección.
Acto II
(meses y meses después)
La firmante (en adelante "yo", - que la alarma vuelve a saltar-), recibe/o un e-mail.
Texto del mismo:
- Me han dicho que hay una foto de Martirio SIN GAFAS expuesta en el teatro. Dime que NO es verdad. Firmado, Camarlengo (agente de prensa de la artista).
Trágame tierra. ¡Trágame tierra! Dije yo. Y la tierra, como si cantara un carro. ¡¡¡Mátame tren de la una!!! Grité entonces. Y nada. Era la una y media.
¿Qué hago? ¿Corro a retirar la foto? ¿Me corto las venas? ¿Me las dejo largas?... Bueno, de momento, voy a contestar al e-mail. Me limpio una gota de sudor frío. Voy:
- Pues verás... yo no sabía... es decir, su equipo dio el consentimiento para hacer fotos, Martirio se quitó las gafas, la fotógrafa (creo que era Sofía Menéndez, ahora no lo recuerdo bien; ahora de ahora cuando escribo esto, digo) disparó... y yo la puse. Te la adjunto (ahora, 14 meses y 50 espectáculos después después de mi entrada yo ya podía ver fotos en mi ordenador, incluso adjuntarlas, cielos, qué privilegio) para que la veas, para que se la enseñes a Martirio, para que veáis todos que está espectacular, para que considere que tras tantísimos años de carrera puede que sea hora de dejar que el público vea sus formidables ojos verdes, etc, etc, etc, etc, etc, etc.
Y de todos modos, si ves que el problema es muy gordo, te voy a tranquilizar: hasta ahora sólo han visto esa foto 163.000 personas...
Me voy, que me dejé un grifo abierto.
Besos, Teresa.
Riiinnng. Ni dos segundos tardó en sonar el teléfono. La habitualmente voz profunda de Camarlengo ya no era profunda. Era tenebrosa. Acojonaba.
Tira y afloja, despliegue de explicaciones por un lado y de encantos por el otro... Total, que vale, que le enseñaré la foto a Martirio, dijo, y le trasladaré tus argumentos. Y que decida. Uuuuffff. Me limpio otra gota de sudor (ésta ya templada). Y entonces insisto (soy tauro, ya sabéis, -él también lo sabe- "pienso luego insisto"):
- Dime una cosa. Si Martirio sólo deja que le hagan fotos en los dos primeros temas, como dices (porque siempre hay un momento en que se quita las gafas para su público, pero jamás con fotógrafos en la sala), y esta orden se dio a la fotógrafa, y me consta que nuestra fotógrafa respeta estas cosas, ¿cómo es que tenemos estas fotos de los hermosos ojos de Maribel?
Y Camarlengó confesó:
- Verás... yo estaba sentado en butaca, en medio de la fila 3. El espectáculo empieza, y veo que Maribel sale a escena ¡sin gafas! Dios mío, qué ha pasado, pensé. Me levanto y voy a ver... No, haría levantar a toda la fila, molestaría a todo el patio, le jodería el espectáculo. Pero... O sea, que empecé a sudar frío...
- Anda, no me digas. ¡Pobre! ¿Cómo es eso de sudar frío, que yo no...
- Luego te lo cuento. Verás, lo primero que hice fue mirar si veía fotógrafos, y no los vi, así que...
- No, no los viste. No los ve nadie. Son muy discretos, se ocultan en un palco profundo y oscuro, y tienen unas cámaras y unos objetivos que ya los quisiera para sí una tal Xarfita que...
- Bueno, pues el caso es que deduje que las fotos se harían en otra función.
- Ah. Pues ya ves. Y oye, ¿por qué salió Maribel sin gafas?
- Pues salió del camerino camino del escenario junto con una chica del equipo. La chica cerró la puerta, metió la llave en el bolsillo, y se fue a apostar junto al equipo de sonido. Maribel se da cuenta de que se ha dejado las gafas dentro, vuelve, no puede abrir, el último aviso ya había sonado... y entró en escena. Y a cantar como una diosa. Mientras, yo me revolvía sudoroso en la butaca y mi compañera en el fondo de la sala, comprendiendo qué había pasado mientras agarraba la llave en su bolsillo sin saber qué hacer. Nada. No podía hacer nada. No iba a volver al camerino, coger las gafas y entrar en escena "hola buenas, creo que estas gafas son de usté".
Acto III
(Un par de días después del Acto II, y dos pares de semanas antes de que Martirio volviese a actuar al teatro con el gran, gran, gran Miguel Poveda. Un lujo de dúo, de nuevo, que si ustedes se han perdido, procuren no volver a perderse si se repite)
Riiiing.
-Teresa, soy Camarlengo. Maribel sólo pone una condición para que la foto siga ahí. Quiere una copia idéntica para ella.
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