.......Aquí estoy, una vez más, en los campos torreiros, es decir, en los campos de la Torre.
Tanto hablar del tema que me ha parecido necesario presentaros al dueño de la misma, a Hércules.
Pues, hale, seguís la señal y llegáis directamente a una placa que os indica que ya habéis topado con el héroe en cuestión.
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.Como la placa está en el suelo, sólo podréis verla si tenéis la suerte de ir cuando hayan cortado la hierba. No es fácil, aviso, porque la deben de cortar una vez al año; dos, a lo sumo.
Por cierto, la placa, como el Cristo de Pili, también tiene su defectillo. A ver si lo encontráis, que es muy fácil.
Pues nada, llegados a este punto, alzáis la vista y ante vuestros ojos maravillados -¡tachán!- estará el mismísimo Hércules surcando los mares. Los argonautas no cabían en el barco; lástima.
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.Sí, sí, es Hércules. Ya sé que estáis acostumbrados a ver unos Hércules más machotes, menos glamurosos y metrosexuales, pero es que lo heroico no quita lo sensible y no es ave todo lo que tiene pluma.
También hay quien afirma que no es Hércules, sino su hijo, Her-culito; pero son aseveraciones totalmente gratuitas y carentes de fundamento. Tal vez hayan sido los mismos que extendieron ese rumor los que bautizaron la zona de rocas que se ve al fondo como la Costa Rosada, por las actividades amatorias entre igualos que, presuntamente, allí tienen lugar. Yo ni afirmo ni desmiento, que nada he visto y de nada puedo dar fe o dejar de darla.
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