Pues que sí, que el cartel amarillo que veo desde la mesa de mi despacho cada vez que levanto los ojos, me hipnotizó, sí: "Salida, salida, salida..." Y salí. Zumbando.

Pasé por caminos románticos que en horas de curro los funcionarios jamás sospecharían.

Vi ardientes otoños.

Viajé por los paisajes del Señor de los anillos...

Y de repente... tuve que frenar. Ahí fue cuando me caí de la cama y recordé que la gripe no me iba a librar de salir de inspección al campo.

Antes de abrir los ojos pensé: que al menos las vacas y las ovejas estén sanas y sean guapas y no tenga que hacer muchos informes...
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