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Últimamente llego tarde a todo, incluso a los apagones, de los que no me entero porque no puedo permitirme el lujo de apagar nada, empezando por el coco.
En fin, que tras la llorada desafogante, os presento mi pequeña aportación al medioambiente. Después de la vela sol-alimentada: la farola sol-alimentada.
He leído los comentarios que habéis escrito unos y otros al artículo de Caqués, y me parece que todos tenéis parte de razón. Como los susodichos comentarios son serios y bien fundamentados, no quiero que este gesto mío parezca una frivolidad, sino lo que es, un símbolo. Conociéndome como me conocéis, sabéis que soy la primera interesada en no fastidiar el planeta. Por puro egoísmo, eso sí, pero ¿qué se le va a hacer? Nadie es perfecto.
P.D.: Por cierto, ArquiBio, una página más que interesante la tuya. Interesantérrima, que diría Marixarfa.
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