Ese café que tan rico olía -como dice Caqués- y sabía -como digo yo- no lo tomamos en la aldea de Seavia, lo tomamos, junto con el resto de la comida, en un coto de pesca del río Anllóns, en el lugar de Verdes, Coristanco.
Por aquí se entra al coto. Prometía, ¿no?
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Prometía y no defraudó. El sitio es tan increíblemente bonito que no sabes a dónde disparar la cámara.
Hay un montón de puentecitos, pasarelas, mesas y asientos de piedra, barbacoas, refugios de pesca, baño súper limpio y ecologiquérrimo y lo más increíble, señores: no hay pintadas, no hay basura por ninguna parte, la maleza no se lo come todo, los elementos puestos por el hombre no escarallan demasiado el paisaje... Im-presionante, vamos.
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.,Y como el paisaje era tan alucinante, decidimos no hacerle la competencia con nuestros manteles de hilo holandés, ni con nuestra cubertería de plata, ni nuestra porcelana china.
Eso sí, el café era de Siboney, lo hizo Suseñora, estaba buenísimo y nos entonó el cuerpo de lo lindo, porque hacía cierto fresquillo.
Resumiendo, para repetir. Pero la próxima es al Xirimbao, que me acaba de decir una corresponsala que ya tenemos guía.
..Por cierto, el resto de las fotos que las pongan Caqués y Suseñora, que hicieron un montón.