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Esta foto es para ilustrar el texto que Bubela ha ido desparramando por varios comentarios. Es la Pedra Moura de Pobra do Caramiñal, pero me consta que por la comarca hay muchas más, cómo no.
Ahí te queda, Bube, para que le adjuntes tu texto (si vuvulé).
A propuesta de la fotógrafa Xarfita, pongo aquí lo que cisqué (término empleado por ella en un toque vía messenger) en los comentarios al último artículo de Fandín sobre los castros en Galicia. La verdad es que no creo que dé para un artículo, porque son recuerdos sueltos y viejísimos (o sea, deteriorados). Pero ahí voy, a hacer un corta y pega para unificarlos y ver si así se puede poner un granito de arena en el interés por nuestra historia y el no deterioro, si es que cabe más, de nuestros restos arqueológicos
Primer comentario: "Lo del castro me alucina. Cuando era estudiante supe que había 3.000 castros en Galicia (si la memoria no me falla) y sólo unos poquitos clasificados (aquí me falla la memoria). Conseguí llevar a dos profes a que midieran el de al lado de mi casa. 400 metros de diámetro, algo inusual. Cavas y aparece de todo. Algunas cerámicas que encontramos fueron a la Facultad. Aún conserva parte de la muralla si rascas un poquillo. Está cubierto de bosque y poco después lo cruzaron con pistas por su base. Una barbaridad. Ahí sigue, sin que nadie le haga puto caso. El agua que se bebe en mi casa paterna nace ahí".
Notas al primer comentario: Eso (la medición del castro) ocurrió en primero de historia: hace 31 años. De ese momento son los datos. Sé que se ha seguido haciendo recuento de castros, pero al ritmo que se va le calculo otros 2.500 años para que empiecen a tomarse en serio el registro, excavaciones, puesta a punto de las leyes y todo lo necesario para recuperar una historia que a fecha de hoy, increíblemente, aún se conserva. Hoy. Pasado mañana ya no estaremos a tiempo.
Sobre el agua de mi casa paterna: Yo recuerdo cuando se hizo la mina para abastecer a las 6 casas de la aldea. La hicieron entre los vecinos, turnándose en los trabajos. Antes no había traída. Cada uno tomaba el agua de sus pozos. La mina se cavó ahí, al pie del castro. Recuerdo ir a ver algunas veces los trabajos, y recoger restos de cerámica antiquísima mientras ya me daban temblores de pensar qué cosas se estarían cargando aquellas ligoñas. A unos metros pasa una vía romana que continúa un poco más allá, por un puentecillo romano intacto idéntico al que publicó PiliB hace poco, de Silleda. A unos metros de ese puente que os digo tiene ahora una casa preciosa y muy respetuosa con el entorno la actriz Mela Casal.
Y Fandín, sobre su estancia en Sarria con castro incluido en el paseo, dijo: "Lo que si fue un lujo fue la sobremesa en casa de mis tíos, empiezan a contar las historias, que si fulana encontró unas escaleras que bajaban al castro, que si mengana descubrió la cueva de la moura... Lo que sí fue cierto es que de chaval, con dos primos, encontramos una especie de vasija. La llevamos corriendo a casa y con cuidado la lavamos y descubrimos que se trataba de un trozo de cañeria de "ROCA", del escombro de una reforma de una casa de la aldea."
Segundo comentario: "¡Toma del frasco! Pues vasija ser era, después de todo... Que a estas alturas de la película, con 400 años que tiene la ciencia llamada "Historia" sigamos ignorando que un castro no es un vertedero, tiene bastante delito. Ya no digo más. Lo de las famosas cuevas de mouros y mouras: teoría de uno de mos profes favoritos, Isidoro Millán González Pardo, que nos daba griego en el insti a 4 (sólo 4 de 912 alumnas habíamos elegido griego, y sólo una iba a estudiar clásicas) y aprendimos mucho griego y mucho más de miles de cosas. "No quiero enseñaros griego, que eso lo aprendéis vosotras con tiempo y paciencia, sino abriros caminos", decía. Y lo hizo. Bueno, pues este hombre que también sabía sánscrito tenía una teoría linguística fantástica sobre los famosos mouros de Galicia, que están en todas las leyendas pero que jamás pisaron Galicia más que de turismo. Como se me acaban los caracteres, sigo con su teoría en otro comentario..."
Notas al segundo comentario: acabo de ver en Internet que Don Isidoro murió hace ahora 5 años. Me dio mucha pena. Se ha quemado una biblioteca más. Menos mal que él dejó parte de su cabeza en otras bibliotecas en papel. Ojalá pudiera decirle que fue una de las personas más importantes de mi vida. Siempre llegamos tarde. Él fue mi profesor de griego en COU, y él fue quien, al año siguiente, yo ya en Historia, me acompañó con el profesor Monteagudo (creo que se llamaba y espero que aún se llame Luis, pero no estoy segura) a ver y medir y descubrir la muralla del castro de Vedra. Y también otro próximo. Isidoro era un hombre serio. Monteagudo (mayor que él, o así está en mi recuerdo), como un niño travieso. Iba certero a los sitios cubiertos de maleza donde efectivamente aparecían restos sin demasiado esfuerzo, y entre prospección y prospección recogía setas. Me dio a probar una, muy zalamero. Isidoro gritó: "¡no la pruebes, niña. Monte, eres insoportable. Niña, no la pruebes!". Pero la niña (17 añitos) siempre quiso probarlo todo, y... bueno, la seta era peor que un pimiento de cayena. Monteagudo se reía a carcajadas. Isidoro bufaba y rumiaba insultos acumulados durante años. No recuerdo si fueron esas setas u otras (las cocinadas no picaban), pero sé que llegamos a mi casa con un buen montón y mi hermano las cocinó de vicio, y hubo quien no las probó por no fiarse un pelo de Monte.
Tercer comentario: "Los mouros: al parecer es una palabra sánscrita que derivó en no sé qué otra que usaron los celtas algo así como "morzuos" (Don Isidoro nos lo escribía en la pizarra siempre en alfabeto fonético) y que pasó al latín como mortuus, y que significa lo que os teméis, muertos, y que eso es lo de las cuevas: los enterrados, los muertos, los espíritus. Luego, en la edad media, llegaron las historias de los moros, y la gente asimiló lo desconocido, el peligro, lo misterioso, etc. a este nuevo concepto; una especie de metonimia. Es decir, las cuevas de mouros nada que ver con los moros, sino con los espíritus. Otro dato para exploradores (en otro comentario; Caqués, tira el periódico que ya tienes aquí lectura..."
Cuarto comentario: "El dato para exploradores. Al parecer "bre" en el idioma que hablaban los galegos antes de que aparecieran los romanos (ya no recuerdo los detalles) significa "alto". Así que en cuantito veáis un sitio que empieza o termina por tal partícula (Illobre, Barallobre, etc) que sepáis que ahí hay castro al 95%. Os aseguro que no falla. Puede haber un "so" o un "to" añadido (bajo el castro) u otras partículas que signifiquen cercanía al mismo (al bre). Y también es corriente que hayan rotado las letras (Trobe por Tobre, que por cierto hay uno al lado de mi parroquia y está "to-bre" es decir, al pie de un castro). Mi parroquia: Vedra: con ese castro gigante y machacado y no clasificado a cuyo pie pasa una vía romana -antes de las pistas actuales- y que significa "vieja, antigua", Vetera, como la bautizaron los romanos (véase pues si es vieja). Atentos a los "Bre" y empezamos a clasificar castros en tonica."
Nota final: Espero no haberos agotado. Son recuerdos viejos e inconexos de cosas que me enseñaron y que nunca perseguí después. Pero ahí quedaron. Son cosas que no se suelen enseñar en los colegios, y yo tuve mucha suerte con Don Isidoro y su "apertura de caminos", de los caminos que uno tiene delante de sus narices y rara vez le señala nadie a tiempo. Aquellas clases de griego en que nunca dábamos griego aparentemente (y pese a ello, milagro, traducíamos sin diccionario tras sólo tres años –dos en el colegio y el tercero con él en el instituto-), en las que nos hablaba de matemáticas, y de filosofía, y de sánscrito, y de botánica. (Inciso: Ahora recuerdo una cosa que comentaba el otro día con alguno de vosotros, sobre lo mal que se enseña. Y cómo le oí comentar eso a Eduard Punset en una entrevista que le hizo Quintero. Decía Punset que cuando su nieta vuelve del colegio le dice: "Candela, ¿te han enseñado hoy la diferencia entre la ansiedad y el miedo?". Y su nieta sonríe y dice: "No, abu. Hoy tampoco".)
Aquellas maravillosas clases. Trabajamos muchos con los topónimos y las etimologías, y a través de ellos supimos miles de cosas de nuestro entorno. Cumbraos. ¿De donde vendrá este nombre, Don Isidoro? Y Don Isidoro nos contaba que en no sé qué momento hubo una especie de colonización por parte de unos portugueses de Coimbra que... O todos los nombres suevos que persisten (¡y cómo!) en las tierras y en la gente (Argimiro –el nombre de mi padre-).
Cierro con una cosa que escribió Javier Marías en "Negra espalda del tiempo" (uno de mis-sus libros favoritos), y que se me aparece bastante a menudo súbitamente, cada vez con un sentido diferente. Ahora acaba de ocurrir: "No es sólo que todo pueda volver a pasar, es que no sé si en realidad nada ha pasado ni se ha perdido, a veces tengo la sensación de que todos los ayeres laten bajo la tierra".
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