A petición de Sergio, que echa de menos un gesto en este blog de solidaridad con todos los faros de España que hoy alumbran para pedir que se declare a la Torre de Hércules patrimonio de la humanidad, aquí va una farola de mi barrio que brindó su particular homenaje durante semanas, por misteriosas razones. No porque no haya manitas que las arreglen, que haberlos hailos, y bien agerridos e incluso temerarios, sin arneses ni ná. Creo que es la nueva manera de eutanasia activa que la Comunidad de Madrid propone a su pueblo: puedes elegir entre que te caiga encima el farol de una farola o un guapo mocetón. Y nada de morir entre el desagradable olor de los antisépticos de hospital, sino al aire libre, respirando el humo de los tubos de escape purificado por los chopos. ¿Quién da más?
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