
Ya no puede ser. Ya me he quedado para siempre jamás sin la posibilidad de echar una buena parrafada con Rafael Azcona. ¡Con lo que me hubiera gustado! Y una vida entera, si hubiera sido posible. Hay pocos hombres de los que una pueda decir, sólo por conocer algo de sus actos y algo de sus palabras "de este me enamoraba yo hasta las cachas". Azcona es uno de ellos. Quedó el consuelo, esta tarde, de un vino de Rioja, su tierra, y de fragmentos de entrevistas, de escritos, de cartas suyas, leídos con humor y con ternura. Mira que suelen ser feos estos homenajes póstumos. Pues éste fue precioso y emocionantísimo. Aunque él nunca hubiera permitido en vida semejante despliegue de afecto sin barreras (como más o menos dijo alguien esta tarde) estuvo sin embargo a su altura el asunto.

Ahora ya sólo falta que su larga sombra asombre un poquito a quienes tienen en sus manos hacer entender lo elemental: que no hay historias si no hay quien las imagine. Y para que haya quien las imagine, éste no debe de ser un ser imaginario. Un guionista no es nada más que un señor/a que ve imágenes y las construye, y las pasa a palabras para que otro a su vez las ponga en imágenes. Nada más. Y nada menos. En cuantito se den cuenta de esto, y pongan en marcha los mecanismos (que ya están inventados desde hace decenios en otros países, tampoco hay que morir de imaginación) para que esta evidencia sea posible, asunto resuelto, industria resuelta. De momento vamos dando pasitos. Por una vez en la vida, y ojalá sea la primera de una cascada de veces, parece que hay quien empieza a percibir que ..."otra industria es posible". Que cunda. No existe la dignidad del hombre sin techo, sin pan, ni sin historias.
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