De rodillas a vuestros pies, inventores de la escritura, escritores eternos, escritores efímeros. Mientras existan, no necesitaré psiquiatras.
Yo hoy he amanecido (es un decir, el amanecer me pilló aún a pie) con dos regalos maravillosos e inesperados. En la mesa de la cocina me encontré un paquete, cuyo lazo estaba hecho con un trozo de celuloide (fotogramas de verdad de una película). Me lo dejó a escondidas, para que lo encontrara a solas, una amiga que está en casa estos días. Es el guión de "El Verdugo", de Rafael Azcona, ese otro santo que desde hace unos días está en animada conversación sentado a la derecha de dios padre, delante de un café, en animada tertulia con quien le da la gana (que era lo que más le gustaba en el mundo y seguro que es lo que más le gusta en todos los mundos).
El otro me llegó por e-mail. Es de un "escritor efímero" que sólo HABLA (así, en mayúsculas) con palabras escritas y con imágenes. Es un guión mío... ¡que él ha convertido en libro!
Aún estoy emocionada. ¡Qué fantástico 23 de abril!

No contaba yo con este homenaje. pero sí con el que MaríaXarfita ha hecho a San Cervantes en el artículo anterior. Otro regalo. Aquí va el mío a este otro santo, san Shakespeare, que se celebra hoy. Librería de la Tate Gallery, muy cerca del teatro donde el santo tenía su santuario. Un banquete.

Y aquí dos mozuelos (me contaron que el nombre de pila de él es el mismo del santo que aquí festejo) gozando de los books del Britis Museum.

Y aquí una dulce criatura, abducida por los books, retratando un cartel que ya fue publicado aquí hace un tiempo. Un cartel que dice: "A bookshop is a sanctuary for the mind".
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