
Ayer vi esta foto (las voy viendo a cuentagotas, casi como vosotros).
Ayer también me regalaron un reproductor de CD (ya sabéis que mis aparatos se van suicidando en cadena, no sé en qué secta los compré).
Y luego lo enchufé y eché un vistazo a los discos, dispuesta a inaugurar el aparatico con el primero que dijera "¡elígeme!". Y el primero fue uno que hacía mucho que no escuchaba: "Física y Química", de Sabina. Lo escuché. Dos veces. Y ahí se quedó.
Hoy, hace un rato, volví a darle a play. Mientras, decidí publicar esta foto (...o ella lo decidió).
Ayer hablaba con María de esto de las publicaciones en el blog. Yo veo una foto. Me dice "elígeme" y la pongo. Y luego, mientras la miro, la foto me va hablando ("¡qué medo, fálanche as fotos!", me dijo María; ji ji ja ja hasta que ella confesó que hace exactamente lo mismo) y escribo. Pero a veces la foto no habla. Ni una palabra. Y cuando es así, respeto su silencio. Que sin embargo no es silencio, porque ya dijo "elígeme", y eso ya es mucho hablar.
Hoy, al elegir ésta y pegarla, no me habló. Así que iba a ir sin texto (quién lo iba a decir, a estas alturas).
Pero justo antes de darle a "publicar" apareció un medium (¿a que ahora doy más miedo aún?). El mismísimo Sabina que decía con su voz rota de 1992, que aún no se acabó de romper del todo y que ojalá no se rompiera nunca:
Ella dudó un momento
y luego contestó que sí.
"Pero sin juramentos
que no vas a saber después cumplir.
Y si de verdad me amas
no habrá casorio, ¡para qué!
Con dos en una cama
sobran testigos, cura y juez".
Escribí estos versos aquí. Para ponerlos, sólo ellos, junto a la foto. Pero cuando fui a escribir la Nota con la ficha reparé en una cosa: esta foto fue hecha en 1977 en el Auditorio de la Casa de Campo, en un concierto de Serrat. Serrat. ¿Os dais cuenta? Que ahora anda por el mundo cantando con Sabina. Estoy casi casi segura segura de que Sabina estaba al lado del fotógrafo, y, mientras éste registraba el momento, aquél anotaba la conversación de los personajes. ¿Que no?
Que sí. Yo no hago más que contároslo 31 años después.
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