Pues ya veis. ¡Lo que me faltaba! Una a la caza del futuro, y le desentierran el mioceno a unos metros de casa. Para más inri, han acabado con mis ilusiones más cotidianas. Cuando me enteré de que iban a poner ascensor en mi estación de metro me dije dos cosas: Primera: "¡Bárbaro! Así no tendré que subir a pie los 280 escalones cuando llegue cerca de la hora de cierre (a menos que también desconecten el ascensor cuando aún quedan viajeros, que tó pué ser en esta tierra de esperanza)!". Segunda: "Hmmm. Genial. Meses y meses una legión de obreros piropeando a diestro y siniestro. Imposible que no caiga al menos un piropo estimulante cada mañanita, para empezar el día con el ánimo en donde debe estar".
¡Y mirad el panorama! Las obras paralizadas, y a cambio una legión de paleontólogos que sólo tienen ojitos para los restos del caballo acebrado. Un tal Anchiterium (patas blancas, lomo color miel con rayas marrones en el cuello y en las patas traseras, hocico oscuro y orejas pequeñas), que ahí a la izquierda os presento.
¿Hay derecho a esto?
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