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Pues sí, ¿qué pasa? Cada uno se las apaña como puede.
Ya sé que no es nada fino, pero ¿cómo podía yo imaginar que iba a pasar por aquí una tarada que no se despega de la cámara ni para dormir? Pues eso, que a mí me picaba, mami no estaba para rascarme y tuve que buscarme la vida como pude. Pobrecito yo, con lo pequeñito que soy. Sniff...
¡Que me pixelen la cara, que soy menor! ¡Marixarfa, que vas al Defensor del Becerro!, ¿eh?
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