Hace tres días una desconocida, a la que sólo me unía el estar mirando libros en la misma librería, me recomendó a Stefan Zweig. Al parecer ella lo adoraba y, pese a que escribió hace casi 100 años, ella se pasa de vez en cuando por la librería mejor surtida de Madrid para ver si de casualidad ha aparecido algo nuevo que haya estado dormido hasta ahora para las editoriales españolas. Yo la escuchaba con cortesía pero con cierto desinterés. Mi objetivo era otro en ese momento. Había, en efecto, un montón de títulos de este autor, pero ninguno que ella no tuviera. A mí sólo me sonaba remotamente este nombre (los nombres no son mi fuerte, y lo peor es que no me importa o ya lo asumí). La desconocida tiró de uno de ellos y me lo alargó. Lo miré sorprendida, recordé... y le pregunté si tenía que ver con la película de los años 40... "No sé, me dijo. Nunca vi esa película. Pero no deje de leerlo. Lléveselo".
Hago un inciso para recomendarlo a quien no lo haya leído, que esa era la intención inicial aunque ahora ha virado ligeramente. Es una minijoya. Y digo mini porque sólo tiene 61 páginas. Una auténtica delicatessen que le da mil vueltas a las famosas y aburridas "Cartas de una monja portuguesa" (o como se llamen, que ahora no recuerdo bien), por citar algo que se le pueda parecer en el tema (que tampoco recuerdo exactamente, pero se me acaba de venir a la cabeza, y, si de los nombres me fío poco, de estas "relaciones" súbitas que hace el cerebro me fío bastante).
Esto recordé cuando la desconocida me dijo "lléveselo": hace muchos años vi una película con este título, en una clase de análisis que daba José Luis Cuerda. Recuerdo que a él le encantaba. Recuerdo sólo dos cosas de aquel momento: que fue una magistral clase magistral sobre el punto de vista y que dijo que la calidad de una película se medía por las ganas que provocaba de que alguien hiciese otra película sobre los personajes secundarios, y que en ésta ese deseo es muy potente. Recuerdo también que estuve de acuerdo. Ahí quedó eso para siempre en mi memoria de pez, unido al borroso recuerdo de esta película. No sabía (o seguramente sí, pero lo olvidé, seguro que en aquella clase de 4 horas se habló de esto) que esa maravilla de Max Ophuls era una adaptación de este libro. No lo sabía, o lo olvidé, hasta hace 3 días.
Ayer recordé que hace un tiempo conocí de pura casualidad, a través de cartas, a un desconocido que, en el mismo momento de saber de su existencia, estaba trabajando sobre la carátula de esta película para video. Un desconocido que luego fue conocido y más tarde vuelto a ser desconocido.
Y hace un rato, al cerrar el libro que veis y que acabo de terminar, pensé en recomendároslo. Le hice una foto, la pegué en el artículo aún vacío, y le puse un título. Es tarde, estoy cansada, y no tenía muchas ganas de pensar. Así que usé el propio título del libro. Y, cuando llevaba dos líneas escritas, recordé que me sonaba más de la cuenta. Así que me fui a buscar en mi categoría, por si me estaba repitiendo, y en efecto, hace no mucho publiqué un artículo con este mismo título. Le añadí un II. A lo mejor hay un III.
Yo... no digo nada.
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