
Para todos los que habéis mostrado vuestra preocupación sobre mi artículo anterior (que ya no me acuerdo cómo se titulaba y si voy a mirarlo pierdo esto. Pero es el anterior, ya está). Preocupación que cristalizaba en este sin duda complejo concepto: cómo se limpiarían tantísimos cristales.
Pues no nos andamos con chiquitas aquí, no señor. ¿No han provocado la lluvia los chinos para limpiar un poquito el aire de Pekín? Pues en Madrí... bueno, ya lo habréis visto en los telediarios. Limpieza radical. Hoy, señores, ¡por fin! ni siquiera olía a pis por las callejas del centro. Ni por las otras. Y con teloneros de lujo: durante tres horas antes de la descarga sonaron truenos sin interrupción, igualito era que la tamborrada de Calanda. Y los relámpagos no parecían relámpagos, sino las luces de una discoteca, flas, flas, flas sin apagarse nunca. Épico.
Esta imagen es de anoche, desde mi ventana. Sólo pude hacer ésta porque se acabó la batería. Fue al principio del apocalipsis. Fijaos en la salpicadura que levanta a la izquierda un pedrusquillo y en cómo flota la lata de refresco de la derecha.
Na miña vida tal vin.

Y esto es a las 10 de la mañana. 9 horas después de la chuza, con todas las calles perfectamente secas y absolutamente alfombradas de verde, mirad cómo estaba aún el granizo. Es que somos así de chulos, y la nuestra es la ciudá con más árboles por habitante de toda Europa (cosa que resulta extraña en una tierra tan seca y que casi nadie sabe, aunque todos los visitantes se sorprenden de la foresta inmensa que gozamos).
Y si esta limpieza radical pero efectiva crea algún problemilla, sacamos a la calle una flota de kilométricos camiones recogerramasyárboles, y sanseacabó.
Sólo me quedan dos penas: una: no haber estado dentro de una de las Torres Arena durante la tormenta, porque si el ruido de las piedras de hielo en un bajo y con soportales de por medio era alucinante, allí dentro tenía que ser para no olvidar jamás. Dos: qué habrá sido de los pájaros y sobre todo de sus nidos, que son miles o cientos de miles. Hoy iba por la calle contándolos, lo juro. Nidos no vi ni uno. Pájaros comiendo las semillas caídas sí. Pero me pareció que menos de lo que es habitual. Siempre que pasa algo así, y estropicios aparte, me acuerdo de los animalucos para los que cada cosa de estas es un genocidio.
Así son las cosas.
Post data para Caqués: mira qué encabezado tiene hoy Google. Me encantan estos jueguecitos que se gastan.

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