Estos días, como ya habréis deducido, ando un poco liada. Una que se lía sola, supongo que más o menos como todo el mundo ( unos más que otros ). La verdad es que todo el tiempo me parece poco para disfrutar de estas "medio vacaciones" forzadas que me han tocado en gracia ( no hay mal que por bien no venga ). Entre médicos, rehabilitaciones, obreros, planos, revistas y libros de arquitectura, arquitectos y un largo etcétera se me va el día en un suspiro.
Ahora tenemos que andar ojo avizor constantemente porque la casa multipropiedad va viento en popa a toda vela y si no estamos pendientes, de un día para otro nos aparece un tabique en donde no es... porque es que -todo hay que decirlo- una vez que vas viendo ladrillo por aquí y ladrillo por allá, te empiezas a dar cuenta de los espacios perfectamente y es cuando decides modificar alguna cosa, pero claro, aún no dió tiempo de modificarlo en el plano y a poco que te descuides ya los obreros te han montado una habitación completa porque estos de ahora van como máquinas, me recuerdan al chiste del vasco y la motosierra.
Así que en un momento me vuelvo a marchar a la obra, que quedamos con el carpintero ( aiss qué sufrida es una... luego no se os ocurra ponerle pegas... )
Sin embargo no quiero dejar de escribir sin antes contaros que en medio de una de esas revistas de arquitectura a las que soy tan aficionada desde hace... bueno, desde el pleistoceno más o menos, y más últimamente por puritita necesidad, me encontré ayer noche una nota estupenda que dentro de un rato fotografiaré para que la veáis y lleguéis a la misma conclusión que yo respecto a lo que pasa con el hígado cuando se agarra un cebollón, por ejemplo. Y digo "por ejemplo" porque hay mucha más información que se puede entresacar de esas letras. La nota es del año 1993. Se admiten conclusiones varias.
Moraleja: amigüitas y amigüitos queridos, ojo con el comercio y el bebercio porque en llegando a cierta edad, todo se paga.
Besitos
|