Bueno, voy a hacer lo que hice con las primeras notas, que fue "pegar" lo que ya había escrito en el muro; más que nada para tenerlas ordenaditas para él. Pues eso, que pego los dos comunicados "en directo" y después, si me da tiempo, cuento algo más. Ahí va:
¡ALBRICIAS, JOSITOS!
(12:30) ¡El niño está sentado y peleándose con las enfermeras! ¡Y come con su boquita!
Ahora está con Irenita linda, que le quedaba dando la merluza -sí, sí, merluza y sopita- y con César, que siempre pide que entre; para que lo defienda de nosotras, supongo.
A ver... Atención, noticia de última hora. Acaba de salir el cuñado del niño y resulta que lo que quiere es... ¡que le pongan el fútbol!
¡ADIÓS, UCI!
¡Donde hay luz hay alegría!
(15:30) ¡Por fin, a fuerza de dar guerra, ha conseguido que lo echen de la UCI! Ahora está en una habitación soleada y con vistas.
(17:00) Llegamos a la habitación y nos lo encontramos sentado al lado del ventanal, al solete, todo sonriente. Todavía le patina algo el coco -poco más de lo habitual- y hay miles de anécdotas, porque la retranca y la simpatía no las ha perdido.
Después vino la merienda. Empezó a dársela Andrea, pero salió a buscar una pajita para que se tomase el café y las abuelas se enzarzaron en una lucha sin cuartel -aunque sutil- por conseguir darle las galletas. En fin, la sangre no llegó al río..., pero no se descarta que llegue en lo sucesivo.
Adelantaros, queridos míos, que ha visto la luz, según sus propias palabras. Dice que cuando salga de allí va a ser bueno, que vamos ir andando al Nueve, nos vamos a tomar UNA cervecita -una cada uno, eso también lo dejó bien claro, nada de compartirla con unas pajitas- y ya, se acabó. Así que aviso a la Estrella de Galicia: ¡Os veo pidiendo un ERE, hijos de Rivera!
Bueno, a ver, también es cierto que no mucho antes había dicho que iba a vender todas sus posesiones terrenales y se iba a ir al Tíbet. Después se lo pensó mejor y dijo que teníamos que montar un bar cubano. Yo le dije que si el Chacao y me contestó que no, que era muy pequeño, que tenía que ser grande. Y empezó a cantar eso del "Me importas tú, y tú, y tú, y nada más que tú" mientras se meneaba en el sillón. O sea, ¡una pasada de gozada la que experimentamos, nenos!
Anécdotas hubo mil, pero lo siento, se me ha acabado el tiempo por lo de ahora. Dentro de nada ya os escribe él.
Taluego, buapérrimos delavida.