Al ver esos madroños tan descafeinados y pegajosos da grima, como se dice por aquí. La primera vez que comí un madroño fué en La Sierra de Cazorla en un pantano que se llamaba "El Tranco" que está cerca del nacimiento del Guadalquivir, en la provincia de Jaén. ¡Qué fruta más rica!: quitaba mucho la sed y encima era afrodisíaca. Ahora para combatir el calor por ejemplo en Sevilla han puesto de moda la SIESTA,con pijama y orinal y si es preciso también con el botijo que rezume agua.

Pues a mí me gustan los pegotes de plastilina del madroño. Más que el olor a pises, ¡qué asco! Pero ¿es que los munícipes no andan por la calle? Aquí, en A Coruña, pasa igual a la altura de todas las escaleras del Paseo Marítimo y costados de contenedores. Y en verano aún bueno, que riegan todos los días, pero en invierno, es pa morirse. Un día me muero de tanto aguantar la respiración.

Tiene aire a retro-pop (que no quiere decir nada pero suena bien).
Sois muy malas ¿Dónde queréis que miccionen nuestros educandos después de darle al botellón?

Más bien serán nuestros "maleducandos". Y nuestros jubilados, y nuestros no jubilados... Como dice mi madre en estas ocasiones: "A todo cristiano se le seque lo que tenga en la mano". Y mi madre es muy bruja, así que cuidadín...

¿Educandos, dices?
¡A que te pongo una foto de un miccionador (e incluso dos), para que veas la edad de los educandos! E incluso la profesión. En la espalda de uno de ellos reza este lema: "Limpieza de parques y jardines. Ayuntamiento de Madrid" (Ayuntamiento no está escrito -y Madrid va en minúsculas por razones de identidad corporativa- pero se deduce por el escudo con madroño incluido).

Ponla, ponla, a ver si al cristiano se le seca lo que tiene en la mano.

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